Como un copo de nieve en el desierto. Con este mismo asombro se vivió la aparición de Javier Fernández en la élite mundial del patinaje artístico. España, un país en el que apenas hay una docena de pistas de hielo, con mínima representación en los grandes eventos de los deportes de invierno y con escasa trascendencia en el medallero, pasó a ser visible y admirado.

Javier Fernández: del hielo español a la cima mundial del patinaje artístico

Pese a tener un talento natural inaudito, progresar en un deporte con escaso seguimiento requiere de una dosis extra de todos aquellos ingredientes y circunstancias necesarias para destacar. A la falta de medios técnicos y materiales habituales, sentir el «foco público» sólo muy de vez en cuando puede resultar liberador pero desalentador, pues el duro esfuerzo que hay a la sombra no tiene ningún tipo de repercusión. Pero cuando éste aparece puede deslumbrar y asfixiar; cada gesto y resultado pasa a ser evaluado también por otros jueces a veces más implacables. Este hecho sumado a cambios de residencia, de metodología de trabajo y entrenadores, desembocaron en crisis de ansiedad, bloqueo mental y un descenso del rendimiento, entre otros aspectos, según relata el propio Javier en el documental “Rompiendo el hielo” de RTVE.

Aspectos como el foco mediático (puntual pero muy intenso) y un entorno inestable, con cambios de residencia, de metodología de trabajo o entrenadores, desembocaron en crisis de ansiedad, bloqueo mental y un descenso del rendimiento

Del dolor a la gloria: cómo Javier Fernández transformó la decepción de Sochi 2014 en triunfo olímpico

Finalmente es en Canadá y el cuerpo técnico que allí encuentra, un entorno en el cual se encuentra verdaderamente a gusto, en el que vuelve a disfrutar de deslizarse en el hielo. Obviamente con las altas expectativas que tenía el plan de trabajo era muy demandante, pero sentía que se respetaba su forma de entender el deporte, las adaptaciones que el cuerpo técnico asumió con él dieron con la tecla. Para un chico con cierta tendencia a la hiperactividad y falta de concentración es aún más meritorio observar sus actuaciones. El control atencional en un deporte tan extremadamente técnico le requería una atención “estrecha e interna” la cual tenía como objetivo el control de su cuerpo para la ejecución de los ejercicios.

Como curiosidad, señalar que durante unos meses compartió entrenamientos con el japonés Hanyu, considerado entonces como el mejor patinador del mundo. En lugar de quebrar su confianza aprovechó la oportunidad de poder aprender de un referente. ¿Nos imaginamos a Nadal compartiendo vida y entrenamientos con Djokovic? Parece que Javier lo pudo encajar e integrar por el bienestar experimentado en ese entorno deportivo que se había construido.

La decepción por los malos resultados en los JJOO de invierno de Sochi 2014, atribuidos en parte por la tensión con la que llegó por una mala gestión de la comunicación pública, los supo transformar en el combustible necesario para seguir intentándolo, mejor y con más ahínco. Después de aquel episodio logró convertirse en bicampeón mundial, varias veces de Europa y finalmente la ansiada medalla olímpica (bronce en Pieonchang 2018). Llegado a ese punto afirma sentir la llamada de la retirada, no había título, dinero o estatus que ya le compensara más sacrificio. Pese a estar más o menos planificada, afirma que no estaba trabajada a nivel emocional. Realizar un duelo requiere su tiempo, y éste lo es, pues es cerrar un estilo de vida que te ha acompañado desde que tienes memoria . De ahí el vacío, la inquietud, las dudas de saber si encajar “en el mundo normal”.

Pese a estar más o menos planificada (la retirada), no estaba trabajada a nivel emocional 

Esta es una de las paradojas que nos encontramos constantemente en nuestro trabajo como psicólogos del deporte. Podemos trabajar con personas de entre los 30 a 40 años que han podido tener una trayectoria brillante, que se han tenido que sobreponer a una cantidad enorme de desafíos deportivos, pero que sin embargo no se sienten capacitados para la vida mundana. Lo que para unos es normal para otros resulta extraordinario.

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