¿Para qué voy a estudiar si voy a vivir del deporte?

Es una pregunta recurrente en boca de algunos jóvenes deportistas. La poca motivación para estudiar es un hecho generalizado en la adolescencia. El problema surge cuando esta duda invade también a los familiares, entrenadores o de algún dirigente de “una estrella en ciernes”, a la que se le presupone una brillante carrera deportiva. Los desconfianza suelen coincidir durante la transición del deporte formativo al deporte de alto rendimiento. Ya que la dedicación aumenta en tiempo y esfuerzo. De esta manera, compatibilizar estudios y entrenamientos/competiciones requiere de un gran compromiso del joven deportista y todo su entorno.

Lamentablemente hay casos de deportistas que durante la escolarización obligatoria (hasta los 16 años) se han visto forzados a abandonar sus estudios. Por ser contemplados como un desperdicio de energía y tiempo. Aparentemente no eran compatibles con la dedicación deportiva deseada por su club o federación.

La imagen que nos surge automáticamente de un deporte profesional que está en la “élite” es de alguien que ha ganado mucho dinero. Y por tanto puede permitirse el lujo de pasar el resto de su vida sin generar más ingresos. Este es un mito que tenemos que desmontar. Cierto es que en muy pocos deportes, y dentro de ellos una minoría de deportistas, generan grandes cantidades. Estas no suelen ser suficientemente grandes para que ellos, sus familias y las generaciones posteriores puedan vivir cómodamente. Otra cosa es cómo gestionan dichas cantidades de dinero. Un reciente estudio realizado por Sports Illustrated señalaba que tras 5 años retirados el 60% de los jugadores de la NBA están en quiebra económica. Nos encontramos de esta manera con una realidad diferente. Con la gran mayoría de ex-deportistas de élite que tras la retirada tienen que seguir obteniendo ingresos.

Llegados a este punto surge un primer problema para muchos de ellos. Debido a su exclusiva dedicación deportiva, la formación que han realizado resulta insuficiente para encontrar trabajo. De repente se ven luchando con otros candidatos más formados y más experimentados. Algunos, pueden conseguir ser “colocados” en su club, federación o incluso en la empresa de algún conocido. En la mayoría de casos más bien se debe a un reconocimiento a los servicios prestados. Más que a la motivación, idoneidad o posibilidad de desarrollo profesional para la labor encomendada.

Por otra parte, no hay que perder de vista el impacto psicológico que supone dejar de lado la vida de un deportista. Y sentirse en poco tiempo ignorados por aquellos que un día les aplaudieron. La incertidumbre que surge al comenzar una nueva etapa. Y también al comprobar en algunos casos, que todos los méritos y reconocimientos acumulados no son suficientes para ser competitivos en un exigente y cambiante mercado laboral.

Afortunadamente, empieza a ser habitual la presencia de programas para estudiar. Desarrollados por organismos públicos y privados que apoyan, promueven y señalan la importancia de estudiar entre los deportistas de alto rendimiento.

A través de la implantación de nuevos profesionales especializados, en federaciones, universidades, clubs, centros de alto rendimiento, etc. Estos programas tienen como objetivo que la carrera deportiva y estudiar sean compatibles y que por tanto, se reduzca la tasa de abandono de estudios en esta población. El aumento de la sensibilización de este tema provoca una mayor implicación en todas las personas involucradas en la vida del joven deportista, que participan en el mundo del deporte.

Habilidades personales que desarrolla un deportista de alto rendimiento.

Trabajo en equipo, cultura del esfuerzo, motivación a la consecución de objetivos, tolerancia a la frustración, toma de decisiones, control emocional, capacidad de adaptación, entre otras son habilidades personales que sin duda el deportista ha ido desarrollando a lo largo de su carrera para llegar al alto rendimiento.

En el entorno laboral éstas son conocidas como “competencias transversales”. Y van ligadas a un óptimo desempeño profesional. Las empresas y organizaciones modernas suelen tomar el deporte como fuente de inspiración de sus valores. En la estructuración y motivación de sus grupos de trabajo y finalmente a la obtención de objetivos. Además, valoran y demandan trabajadores que no sólo reúnan un buen bagaje teórico y práctico, sino que también dispongan de todas estas competencias. En este instante “el ex-deportista formado” se convierte en un gran candidato. Superando en muchos casos a otros que a pesar de ser más experimentados, no tienen una amplia trayectoria en el ámbito de la excelencia profesional. Desde este enfoque “el nivel de empleabilidad y posibilidad” de una inserción laboral exitosa aumenta notablemente.

Aun sabiendo que sus características personales cada vez son más valoradas fuera del ámbito deportivo, desde Psicólogos del Deporte Online queremos remarcar de nuevo la importancia, sin excepciones de la formación en todos los deportistas. No debemos olvidar que aparte de convertirse en un factor protector en la vida del deportista. No sólo le va a dotar de más herramientas para un mayor desarrollo psicológico y social sino que también se va a convertir, más tarde o temprano en la manera de cómo ganarse la vida. A veces mucho más rápido de lo que al deportista desearía, véase los casos de graves lesiones que obligan a una retirada prematura. Emplazamos también a las organizaciones que consideren a ex-deportistas como candidatos de gran valía. Su currículum deportivo tiene muchas aplicaciones en el entorno laboral por lo que es una magnífica ocasión de aumentar la valía del capital humano de sus plantillas.

Psicólogos del Deporte Online.