Una historia de expectativas
Hace poco, a nivel personal, conocimos la situación de un equipo de fútbol juvenil de categoría media, buena pero no la mejor. En este equipo antes de empezar la temporada el mensaje que transmitían sus responsables hacia afuera y a sus propios jugadores es que iban a ganar la liga y, por lo tanto, subir de categoría. ¿Por qué esto puede ser una condena mental?
No intentar ganar, ni estar arriba, ni hacer una buena temporada, sino que iban a ganar, lo daban por seguro. Tenían sus razones para pensarlo, habían fichado muchos y muy buenos jugadores, la mayoría de ellos con ofertas de equipos de categoría superior.
Empezó la temporada y ganaron los dos primeros partidos, empataron el tercero y el cuarto lo perdieron. En la jornada 4 habían ganado 2 partidos, empatado uno y perdido otro. Estaban en la parte alta de la clasificación a 3 puntos del líder.
JORNADA | G | E | P | PUNTOS | CLASIFICACIÓN |
4 | 2 | 1 | 1 | 7 | 4º |
El siguiente lunes un jugador abandonó el equipo diciendo que les habían dicho que subirían y ya habían perdido un partido, que no iban a subir. ¡En la jornada 4! A las pocas semanas su jugador más destacado también dejó el equipo y alguno más también. A mitad de temporada estaban lidiando con el descenso.
JORNADA | G | E | P | PUNTOS | CLASIFICACIÓN |
16 | 5 | 3 | 8 | 18 | 13º (descenso) |
Un equipo con capacidad de luchar por subir perdió toda opción antes de haber empezado la liga por culpa de las expectativas y de la obligación de ganar. Nadie gana una liga ganando todos los partidos.
Síntomas psicológicos
Si pones el foco en el final, en lo que quieres que acabe pasando, te olvidas de lo que tienes que ir haciendo y aparecen esa condena mental, síntomas psicológicos que interfieren en tu rendimiento, como:
- Prisas: Te precipitas por conseguirlo, quieres ganar la liga, en la jornada 4 no ganas un partido y ya te piensas que no llegas.
- Miedo e inseguridades: Continuamente tienes que estar a la altura de lo que se espera de ti y de lo que esperas tú mismo de ti. Por lo tanto, cualquier acontecimiento que no lo corrobore contribuye a aumentar el miedo a no conseguirlo. Como va a haber dificultades y contratiempos durante la competición, en lugar de aprender a superarlos y mejorar, se van al saco de las inseguridades y miedos, y por lo tanto, aumentan las posibilidades de no conseguir el resultado esperado.
- Distracciones: Te centras en los resultados en lugar de centrarte en los aspectos que te hacen rendir bien y en mejorar. No tienes un control mental en esas situaciones.
- Ansiedad: el miedo y las prisas hacen que te aparezcan los nervios y la angustia.
- Frustración: tu capacidad para tolerar la frustración en momentos complicados se reduce mucho, y no eres capaz de afrontarlos y superarlos.
Tienes que estar a la altura de lo que se espera de ti y de lo que esperas tú de ti
¿Qué hago?
Cuando tienes la obligación de ganar, sí o sí, solo hay dos opciones: El aprobado y el suspenso. No existe el bien, el notable o el excelente, solo el alivio de cumplir con tu obligación o el horror y la desesperación del fracaso, cuando lo excepcional y lo extraordinario, en realidad, es ganar una liga o un campeonato. Ganar nunca puede ser una obligación porque eso te esclaviza y te condena al fracaso (la condena mental de la que hablabamos), ganar tiene que ser un deseo, una ilusión.
Ganar nunca puede ser una obligación sino un deseo.
Parafraseando a lo que dice el director de cine Fernando Trueba en esta conversación con Pep Guardiola sobre el futuro (a partir del minuto 10:23) ⬇️⬇️
para ganar hay que trabajar con la realidad, con lo que está pasando en cada momento e intentar sacar el máximo partido a tus circunstancias actuales.
Y una última cosa importante, hay que aceptar que igual viene otra persona o equipo que es mejor que tú. Puede que lo hayas hecho lo mejor que eres capaz, que hayas alcanzado tu mejor rendimiento y aún así aparece otro/a que lo ha hecho mejor que tú.
Puede pasar, pasa continuamente y no pasa nada.