Consejos para superar tu reto
Hace una década escuchar comentarios como “este año quiero correr un maratón”, “el año que viene me apetece participar en un Ironman” o “en verano debutaré en un Ultra Trail” sólo provenían de personas con un largo historial deportivo y difícilmente estaban en tu entorno.
Hoy en día estas palabras pueden venir de nuestra pareja, de un compañero de trabajo, o de ese amigo que se jactaba de practicar únicamente sillón-ball. ¿Por qué este boom? La respuesta no es fácil, responden a diferentes motivaciones individuales. Por ejemplo, como una necesidad de mejorar la condición y aspecto físico quizá lastrado por años de inactividad; las buenas sensaciones que sientes tras una sesión de entrenamiento; la mejora del estado de ánimo y energía para afrontar el día a día, formar parte de un colectivo que tiene una imagen social positiva, la posibilidad de establecer nuevos lazos personales, etc.. .
El denominador común responde a retarse a uno mismo, salir de la zona de confort física y emocional, mejorar el rendimiento mientras corres, nadas, pedaleas, etc.., cada vez más rápido, cada vez durante más tiempo.
Si hace un año aspirabas a poder correr durante una hora seguida, tal vez este año ya tengas en mente participar en una competición que tardarás 3 ó 4 horas en realizar y muchas semanas de sacrificado entrenamiento. No hay nada malo en ello. Pero cuidado. En este boom deportivo que atravesamos en la actualidad hay cada vez más gente para la que el deporte se convierte en un esfuerzo desmesurado. Un esfuerzo por el cual sin darnos cuenta acabamos perdiendo esa sensación de disfrute que fue la que al principio nos enganchó. Un esfuerzo que de a poco acaba interfiriendo o alejándonos de nuestras obligaciones personales o profesionales, nuestro entorno, o nuestros seres queridos. Una comida familiar a la cual decidimos no ir porque rompo la dieta. Una carrera de la cual nos volvemos a casa decepcionados por no haber mejorado nuestra marca.
¿Te identificas?
Quizás deberías tomarte un instante y recordarte a ti mismo que no eres un profesional del deporte. Replantearte qué significaba, qué te aportaba y qué te implicaba el deporte hace un tiempo. Y qué significa, qué te aporta y qué te implica a día de hoy. Revisar si necesitamos ajustar ciertas cosas para poder volver a encontrar ese equilibrio. Recuperando esas bonitas sensaciones que vivías cuando no estabas tan pendiente del reloj ni te angustiaba tener que participar en tal o cual carrera, o teniendo que superar x marca.
Lamentablemente, a lo largo de nuestra carrera profesional nos hemos encontrado con personas que en un corto período de tiempo han quemado etapas deportivas tan rápido con resultado de apartarlos de la práctica deportiva. Por este motivo y observando el gran crecimiento de participantes en los maratones celebrados a lo largo de todo el país, hemos editado una guía, a la que hemos llamado «Mi primer maratón». Ofrece las principales claves para afrontar de forma satisfactoria los aspectos psicológicos que intervienen durante toda la preparación y el día D.
Haciendo click aquí, o en enlace del final de la entrada, podrás ver y descargarte la guía de forma gratuita. Te animamos además a que compartas esta entrada con tus contactos para que ellos también puedan acceder a dicha guía. No dudes en ponerte en contacto con nosotros si necesitas ampliar algún aspecto o contarnos tu experiencia personal.
Recuerda que el equipo de Psicólogos del Deporte Online estará siempre encantado de poder ayudarte a superar tu reto personal.
Comentarios (2)
J.O. / 21/11/2014
«Mañana es 16 de Marzo. Es el gran día. Es el día del reto. Tengo miedo de no conseguir el objetivo, de considerar que he fracasado. Sé que no he fracasado. El esfuerzo nunca es fracaso, pero ahora mismo la inseguridad me come.
Siempre he practicado deporte. Futbol, tenis, esquí, correr…Me encanta esforzarme y jugar. Con medio siglo en las piernas, todavía corro a parar un balón que se le ha escapado a un niño. Se lo devuelvo y me siento niño…Pero últimamente, cada partido me costaba 4 días de recuperación, agujetas y dolores de espalda, y decidí chutar menos y correr y nadar más.
Cuando mi hija de 13 años volvió de Irlanda, tras cuatro meses estudiando fuera, quiso cambiar el régimen de convivencia compartida y vivir con su madre. No protesté ni intenté hacer valer mi derecho pues es buena chica pero obstinada. Todavía he de contener las lágrimas al escribir sobre este tema.
Los cambios laborales nos han afectado a muchos, unos más y otros menos. Trabajo en una empresa grande que ha reestructurado con generosidad, pero que exprime cada día la energía de miles de personas y abusa de la situación de tensión social. No podría quejarme si me comparo con personas que han perdido su trabajo y su estilo de vida. Pero no es fácil trabajar en ambiente hostil, dirigido por gente nueva, implicada en aumentar su retribución, transmitiendo desconfianza, cuestionando el esfuerzo y amenazando tu puesto de trabajo.
En estas circunstancias necesitaba nuevos estímulos, y llegó el primero en forma de ruptura con mi pareja. Acababa la primavera.
Por suerte me quedaba salud, algo de dinero y a veces hasta sexo. Pero necesitaba algo más para respirar cada día, y surgió espontáneo, natural, sin pensarlo…”quiero correr una maratón”. Así…como el que piensa: debería cortarme el pelo. Busqué en Google. No sé como podía vivir sin Google. Busqué en Google “correr una maratón” y entré en la web de Asics. Me preparó un programa que seguí fielmente con objetivo la Maratón de Quebec, a principios en Agosto. Muy lejos, mucho dinero, mucho problema familiar. Total que renuncié con la preparación hecha y la duda de como sería.
Pero el virus ya estaba dentro de mi y se expandía con fuerza. En Octubre me hice otro programa con objetivo Marató de Barcelona: el 16 de Marzo. Más cerca, más barata y en un entorno conocido.
Han pasado 5 meses y he corrido lo que no está escrito. He cumplido el programa. He corrido carreras populares. Me he esforzado. He renunciado a partidos de fútbol, a esquiar, a descansar. He salido a correr con frío, con lluvia, sin ganas y con ganas. He corrido tanto, que ahora estaría en Berlín. Y vivo en Barcelona.
Pasados los 50 puedes hacer deporte, pero de distinta manera. No soy tan rápido, ni explosivo, ni flexible. Me duelen articulaciones y músculos. Algunos no sabía ni que existían. Pero la parte buena es que lo aguanto mejor, como los contratiempos de la vida. Y cuando agarro el ritmo, lo puedo mantener bastante rato. Lástima de dolores de rodilla! He tomado vitaminas, colágeno, homeopatía, agua de mar filtrada y todo tipo de brebajes energéticos. Me he alimentado como una bailarina clásica para conseguir estabilizarme en 77 kilos. Mañana es el gran día. Que nervios!
Reto conseguido!!! La cifra màgica me pertenece: 42.195 metros son míos.
Me acosté a las 10 h. Me dormí sobre las 11 h. Y me desperté a las 4 h. Me mantuve en duerme vela hasta que me levanté a sobre las 5 h. Desayunar para acumular reservas y intentar dormir un poco más. Imposible. Vestirme, sujetar el dorsal, fijar el chip a la zapatilla, los tubos de gel, ibuprofeno, preparar las sales…toda una litúrgia anotada en un papel para no olvidar nada. Me tomo un ibuprofeno para aplazar el dolor de rodillla.
En metro hasta Plaça Espanya donde me espera Eric, el fisio que se ha acercado para hacernos el masaje de calentamiento a sus 16 maratonianos. Dejo el saco con cuatro cosas en el guardarropa y me voy a mi cajón. El último…con los de más de 4 horas. El tiempo no pasa. El cronómetro sigue en 00.00.00. Más de 18.000 cuerpos inquietos moviendose bajo un precioso día primaveral. No lo estoy disfrutando. Estoy nervioso y algo deprimido, quiza por la mala época, quizá por dormir poco. Pensaba que estaría eufórico y con ganas de correr, pero estoy pensando que hago aqui. Me concentro y me reprocho pensar así en este momento. Decido que voy a correr y correr para superar la prueba, para superarme, para ser más fuerte, para sentirme orgulloso de haber trabajado, entrenado y luchado. Se escucha un rugido lejano, aplausos…y a lo lejos, en la cabeza, empieza el movimiento. El crono empieza a contar: 00.00.01. Como una erupción de lava, la masa humana va avanzando lentamente hasta la linea de salida, donde empezamos a correr. Ha llegado el momento.
Empiezo lento como siempre. Me cuesta calentar el cuerpo casi media hora. A los pocos metros la próstata se empieza a quejar. Y eso que he meado hace 20 minutos. Me resisto un par de kilómetros hasta que encuentro un precioso jardín que abonar. Corro rodeado de gente. Somos muchos y a veces cuesta seguir la linea. Pasamos el km. 5. Son las 9.15 h. Y la ciudad está preciosa. Ya hay público animando. Llegamos a la Gran Via. Tenemos 3 km. hasta Passeig de Gràcia, donde hay una ligera cuesta y mucho público. Me encuentro perfectamente, con ritmo constante, suave, fàcil de resisitir. He tomado un gel en el km. 10 y vamos a llegar al km. 15, donde tomaré isotónico y flexionaré rodillas y haré estiramientos. Me da miedo mi rodilla porque se me suele inflamar y a veces el dolor es muy fuerte. Me tomo otro ibuprofeno.
Llegamos al km. 20. Ya tengo la mitad y todo va bien. Ya lo esperaba. Mi temor se centra en los 30 km. La Meridiana se me hace larga y aburrida, pero hay mucha gente animando y voy escuchando música. Me centro en mis piernas. No hay síntomas de fatiga ni dolor. Avanzamos hacia el km. 25 y la rodilla se manifiesta, leve, ligera, pero presente. Una sombra en el lateral, que se introduce entre la articulación. Me hidrato y estiro en el km. 25. Para mi, el dia es fantástico, con más de 20 º C. Para muchos, demasiado caluroso. Yo no puedo con el frío. Prefiero 28 º a 8 º.
Voy corriendo por la hierba del tranvía para suavizar el impacto. Mi rodilla ya se queja de verdad. Alcanzamos el km. 30 en Diagonal Mar. Continua habiendo mucha gente, pero ya se corre sin tener que cambiar la linea. Dos corredores son besados por sus novias. Eso es doping! Les grito. Nos reímos…Creo que voy a lograrlo. Me encuentro bien, muy bien, con ánimo y fuerza. Sólo si la rodilla sucumbe no lo conseguiré. Ya no tengo más ibuprofeno. Tomaría otro.
Corremos siguiendo las playas de Barcelona. La temperatura ha subido y ya hay gente caminando. Algunos tienen calambres y otros corredores les ayudan a estirar piernas. Me emociona el ambiente. La solidaridad en el esfuerzo, la alegría en el cansancio, los ánimos de los espectadores. Me convenzo de que voy a conseguirlo. Entre ilusión y fatiga ha habido un claro vencedor: me emociono corriendo porque sé que voy a llegar. Llego al km. 35 con bastante dolor de rodilla. He de parar a estirar y flexionar otra vez. Se me acerca un espectador. Me pregunta. La edad, respondo. Y continúo por Arc del Triomf hasta Plaça Catalunya y Portal de l’Angel. Aquí si que hay gente animando. Controlo el ritmo porque los gritos hacen que me acelere. Me siento un keniata en la olimpiada. Tengo ganas de reir y llorar. Estoy realmente cansado, pero quedan menos de 5 km. Voy a llegar. No he sentido el muro. O quizá esperaba un muro más alto. Siento cansancio, dolor en la rodilla, amagos de calambre, el muslo izquierdo tenso, pero mi ritmo es constante y lo puedo mantener. Me pregunto si podría esprintar. Lo dejo en el aire.
Llegamos al Paral.lel. Quedan 2 km. de subida suave. Veo a lo lejos los hinchables de la llegada. La gente se estrecha y nos deja menos paso. Ahora hay muchos caminando. Nos animamos unos a otros. Venga que ya estamos. No tengo ni idea del tiempo que llevo corriendo porque no llevo reloj. Mi reto era terminar una Maratón y es lo que voy a hacer. Ahora estoy seguro de que llegaré aunque sea reptando. Estoy muy cansado pero no aflojo el ritmo. Es la mente y la ilusión las que mueven las piernas compulsivamente. Llego a la última curva y paso entre las Torres Venecianas de Plaça Espanya. Me quedan 300 metros y la sonrisa ya es permanente. Ahora si intento acelerar. Vaya birria de esprint me sale. Dejemoslo y lleguemos con dignidad.
Al atravesar la meta no consigo seguir corriendo. Es tanto el cansancio que camino lentamente, algo torpe, deambulando.
La satisfacción es inmensa. Tras 5 meses de preparación, el premio de lograr el objetivo. Estoy feliz.
Durante la tarde del domingo y el lunes hablo y intercambio mensajes con otros corredores. Estamos eufóricos. Lo hemos logrado y la sensación de plenitud es muy reconfortante. Hoy han pasado 3 días y aún lo comentamos, celebrando el éxito.
Mi tiempo ha sido 04.00.04. Es un registro muy estético. No me importa nada el tiempo. Solo quería terminar.
Si lo intentas, hazlo con preparación, método y conciencia. No improvises.
Para mi, ha valido el esfuerzo»
J.O.
BARCELONA, 19 DE MARZO DE 2014
Psicólogos del Deporte Online / 05/12/2014
Hola J.O.,
te agradecemos mucho que hayas compartido con nosotros tu experiencia de un día tan especial para ti. Ilustras muy bien todo el recorrido emotivo que viviste el día del maratón, tus motivaciones previas y con las sensaciones que te has quedado una vez pasado el tiempo.
Nos alegra saber que pudiste disfrutar y que fuimos mínimamente partícipes en ello. Tu caso ejemplifica muy bien lo que significa afrontar un reto y seguro que a muchos lectores les sirve para inspirarse y adaptar algunas ideas.
Gracias de nuevo
El equipo de Psicólogos del Deporte Online