Árbitros y jueces deportivos: “Villanos” imprescindibles.
¿Te imaginas ser árbitro o juez deportivo?, ¿te imaginas entrar en un campo/pista o recinto deportivo para arbitrar o juzgar en una competición? Sabes que no vas a llevarte la alegría de una victoria y nadie va a pagar una entrada para verte y animarte. Sin embargo, sabes también que todo el mundo se va a fijar en ti en cuanto tomes una decisión. Que no tienes crédito, piten lo que piten los árbitros o jueces deportivos a alguien no le va a gustar. Si te equivocas, por pequeño que sea el error, se te van a echar encima, incluso muchas veces aunque aciertes también. Casi siempre vas a ser el malo: para unos, para otros, o para todos.
Es una generalización, no será exactamente así en cada caso concreto, pero sí se acerca bastante a lo que viven miles de árbitros y jueces deportivos cada fin de semana. Ya que son pocas las personas que contemplan que al igual que los entrenadores o deportistas, muchos de ellos están en etapas formativas.
Se tiende a pensar que el trabajo de los/as árbitros es hacerlo perfecto (sobre todo perfecto para mis intereses) y que no pueden equivocarse. Sin embargo, el trabajo de un delantero también es hacerlo bien y no fallar, y durante una partido falla en numerosas ocasiones y lo asumimos como normal. Al igual que los deportistas cometen errores, los/as árbitros también. Y al igual que los deportistas no quieren equivocarse, los árbitros tampoco.
¿Por qué se equivocan los deportistas y los/as árbitros? Porque son seres humanos. Parece una obviedad pero en ocasiones tendemos a ver al árbitro como un robot. Como si este fuera el “ojo de halcón” capaz de ver el bote de la bola con una precisión milimétrica, y no es así.
La perfección no existe en el ser humano, podemos llegar a un nivel de precisión muy alta en algunas tareas concretas, pero cuando se trata de analizar situaciones muy complejas y tomar decisiones críticas en milésimas de segundo, la perfección no existe. Además, quien tiene que tomar esa decisión está condicionado por aspectos emocionales. Un árbitro, como toda persona, puede tener un mal día, estar resfriado, sentir inseguridad, o simplemente equivocarse.
Por otro lado, todo el mundo intenta influir en las decisiones arbitrales: deportistas, entrenadores y público tienen su propia teoría para intentar condicionar el arbitraje a su favor. Pero esto es jugar con fuego porque lo que a un árbitro le puede inducir a decidir a tu favor, a otro le induce a lo contrario. Además, corres el riesgo de distraerte tú como deportista o a tus deportistas y que el remedio sea peor que la enfermedad, porque si no estás centrado en tu tarea es probable que no la hagas con la eficacia adecuada.
Por todo esto, es importante que los/las árbitros y jueces deportivos trabajen sus habilidades psicológicas: comunicación, control emocional, atención y concentración, gestión del estrés y de los errores para poder rendir lo mejor posible en su tarea de arbitrar.
Así pues, sabemos que los árbitros y jueces se van a equivocar. Sabemos también, que si no estás atento a tus tareas durante la competición aumentas la probabilidad de cometer más errores. El trabajo del árbitro no depende de ti, pero el tuyo sí. Si te centras en lo que puedes controlar, tu rendimiento será mejor.